Clarín – “Una no se jubila de la poesía»
Diana Bellessi es una niña de ojos límpidos que el 11 de febrero va a cumplir 80 años. Es inocente, porque todo la asombra, y es sabia, un cúmulo de vida y experiencias. Etérea y a la vez tangible, todo a la vez. Esas características la convirtieron en una de las poetas argentinas más importantes, pero también, más interesantes. Leerla es transportarse a ese mundo dulce, natural, maravillado y maravilloso, pero también terrenal, de observación aguda y crítica.
Diana Bellessi. Archivo Clarín.Dice que ya no hace nada, pero no es verdad. En junio de este año salió por Fondo de Cultura Económica La curva del tiempo, su libro de poesía más reciente. “¿Dónde me leo a mí misma? En un poema, siempre en un/ poema. Como me dijo una vez alguien que amé: ‘No servís/ para nada, salvo para escribir un poema’. Aunque también pueda hablar con los pájaros, los yuyos y los árboles”, dice, escribe, reflexiona, en «Por qué te abrazan, por qué te aplauden…»
No hace nada, dice, pero. Salió a mediados de noviembre, por Rara Avis, una nueva edición, revisada y ampliada, de Las Gemelas, El sueño / The Twins, The Dream. Es un libro que fue hasta ahora de culto, publicado en Estados Unidos en 1996 y en la Argentina en 1998. Esta tercera edición lo rescata y deja disponible a gran escala. Reúne traducciones mutuas de poemas, pequeños ensayos y rastros, en entrevistas y fotos, de la amistad entre Bellessi y Ursula K. Le Guin.
Perfil bajo, íntimo
Pero no hace nada. Solo que también acaba de salir el segundo tomo de Tener lo que se tiene, su obra reunida y ampliada que publicó Adriana Hidalgo. La poeta lo presentó en Buenos Aires a fin de noviembre. Podría haber ido a la Biblioteca Nacional, al Fondo Nacional de las Artes, a la punta del obelisco para celebrar este libro enorme, en toda su polisemia. Pero eligió un perfil bajo, íntimo, en El tano cabrón, un centro cultural ya clásico en el barrio de Almagro.
“Para mi fue de envergadura porque estaba lleno de amigos y amigas. Además, siempre me trataron muy bien en ese lugar, me gusta hacer cosas ahí”, cuenta unos días después, ya de regreso en su casa de Zavalla, Santa Fé.
Fue, claro, a sala llena. Entre otras figuras que se mezclaron con colegas, amistades, lectores, estuvieron las actrices Cristina Banegas y Luisa Kuliok y la cantante Liliana Herrero, además de un mundo de poetas de todas las edades y estilos, como Paula Jiménez España o Yaki Setton, el viejo y el nuevo alumnado. Todos bajo un mismo manto de unificación posible: simplemente fans, que llenaron los recovecos de esa casa antigua sentados en el bar, en el piso, hasta espiando desde el patio. “Vino mucha gente y me hicieron sentir que me querían”, dice ahora, en su cocina luminosa, y prende un cigarrillo.
–La pasé súper bien. Ni siquiera sabía si iba a poder leer, porque hasta hace poco estuve enferma y me costaba hablar. Pero a último momento me di cuenta de que podía, y empecé a leer los poemas así como siempre. Igual le pedí a mi amiga Sonia Scarabelli que leyera uno que es más largo. Fue un punto muy hermoso de la noche. Después nos fuimos a cenar a un restaurante peruano, de esos que hay en Almagro. Fue hermoso.
–Reunir la obra, tan exhaustivamente, y ahora ampliada, ¿qué implica para vos?
–Es un cierre. Voy a cumplir 80 años. Igual, todavía tengo ganas de escribir algunos versos.
–Entonces no es un cierre… ¿Será un orden?
–Las dos cosas. O ninguna. Cuando salió La curva del tiempo también dije que era un cierre. Todo el tiempo estoy cerrando. Es porque pienso en la muerte. Hace mucho que pienso en la muerte, igual. Pero ahora está más cerca.
Diana Bellessi, poeta. Foto: Daniel Rodriguez.–Pero acabás de decir que todavía tenés ganas de escribir unos versos…
–Lo que pasa es que estoy cansada. Hay que ir a los médicos y eso lleva mucho tiempo. La energía ya no es como antes. Pero sí, a veces llega algo y escribo, o al menos tengo ganas. Una no se jubila de la poesía.
–Releer completa tu obra, para la reedición, ¿en qué lugar te dejó?
–Fue una sorpresa hermosa que finalmente sacaran el segundo tomo, porque era algo pendiente, pero no estaba en mi horizonte. Y no leí todo al detalle, sólo revisé algunas cosas que la editorial me consultó. Fue lindo hacer eso, una alegría.
–¿Te seguís reconociendo en los primeros libros?
–Sí, aunque hayan pasado más de 50 años, estoy ahí. Con una distancia, pero soy yo. ¿Y sabés que? Me gustó. Me caí bien.
–Una obra reunida en general, pero la tuya más en lo particular, es como una especie de autobiografía…
–Si, sí, qué lindo que lo veas así. No sé si lo dije antes, pero siento eso mismo.
–Es fácil ir encontrándote a vos a lo largo del tiempo y de tu historia. Esa es una experiencia de lectura posible. ¿A vos te puso a recordar gente que ya no está o lugares que dejaron de ser? ¿Será eso lo que te hace declarar que es un cierre?
–Es una tristeza enorme que esos que una ha querido tanto se vayan, no estén más. Extraño tanto a muchas personas. Poetas, narradoras, amigas. Como Ursula, o a la fantástica Liliana Bodoc y a tanta gente. Es terrible que la gente se muera. Habría que vivir más tiempo, ¿no te parece? A la vez hay algo con respecto a la muerte que una, a esta edad, ya se toma con más naturalidad. Es una situación inminente. Y bueno. ¡Estás tomando mate! ¡Qué envidia! Yo me voy a tomar una Sprite. Ay, ¿de qué estábamos hablando? Me distrajo algo de la vida. Hablemos de la vida.
–Bueno. A lo largo de tu vida, muchos años estuviste muy ligada a poetas jóvenes, que ya han crecido y ahora son tu entorno. Y seguís formando nuevos poetas, y tenés tu séquito joven. ¿Es algo que buscás?
–Es algo que sucede naturalmente. La enseñanza, podría decir este camino de charlar y hablar con otros y otras de poesía, ese momento mágico y hermoso, cuando te das cuenta de que el libro quedó mejor, es una alegría en el corazón enorme. Eso es lo que busco, en cualquier área: la alegría en el corazón.
Festival Poesía Ya 2022, Diana Bellessi. Foto: Valentina Rebasa.–¿Lees poetas jóvenes, o nuevos? ¿Hay alguien que te interese lo que está haciendo?
–Muchas personas de hasta 40 o más años me parecen jóvenes ahora, que soy tan vieja. Me gusta mucho, siempre me gustó, lo que hace Paula Jiménez España, que es de otra generación a la mía, y ya tiene varios libros y premios. Este año salió Obrera, su obra reunida. Hace no tanto tuve un alumno mexicano, Lázaro Izael, que me encantó, me encantó, me encantó, me encantó. Hizo un libro maravilloso, Crianza natural, que se ganó el López Velarde, un premio muy importante en México.
–¿Qué es para vos la poesía en tu vida y/o cómo la definirías?
–Un misterio. La poesía es un misterio que llega.
–En tu obra está muy presente el mundo natural, esa magia de tus jardines, pero desde un punto también aparece lo crudo del mundo. Por ejemplo en “el trabajo cae y los niños / de hambre en la patria mía”, que remite a la crisis de 2001, en La rebelión del instante. ¿Cambió algo en vos y eso influyó tu poesía o fue al revés?
–Hay un lenguaje que viene desde atrás, de la infancia. Eso es lo que está presente siempre. Al mismo tiempo no hay que creérselo. O sea: hay que creerlo al mismo tiempo que entendés que eso no es lo único. ¿Por qué de pronto estás tan seria?
–Jaja, estoy escuchándote con atención, por eso.
–Bueno, pero mejor prestá atención sonriendo. Y tomando mate. ¿Qué te estaba diciendo? Preguntame otra cosa.
–Bueno. El sentimiento hermoso y envidiable que tenés de que te caigan bien tus libros pasados, ¿también te pasa al terminar un poema? ¿Es inmediato o necesita tiempo?
–No corrijo demasiado. O bueno, más preciso: corrijo poco en general. Claro que a la vez puedo estar muchos meses pensando en una coma, una palabrita. Pero siempre, desde el principio, el poema ya casi está, te diría. El poema se termina rápido.
–¿Para corregir, aunque sea mínimo, te guía el sonido?
–Yo creo que escucho. Sí. Estoy muy atenta a lo que me parece un llamado de atención del público. Siempre termino los poemas con alguna lectura. Ahí es donde finalmente los cierro. Quizás no es la primera lectura, quizás tampoco la segunda, tal vez pasa en la quinta, la décima o cuando sea, pero ahí se terminan los poemas. Y eso es porque alguien te está escuchando y diciendo que es por ahí, o por ahí no. En esa instancia pienso en una preposición, en partículas del lenguaje que pueden parecer no demasiado importantes, pero lo son para los que vivimos dentro del lenguaje.
–¿Y cómo empieza, desde qué lugar llega el poema?
–Empieza porque digo en voz alta una frase mientras voy caminando por la sirga de la islita, por ejemplo, donde escribí muchos de mis libros. Digo una frasecita y trato de recordarla después. Cuando llego a la computadora, la escribo. De ahí viene el poema. En realidad, el poema empezó a hacerse antes de que lo escriba. Y de pronto está ahí. No sé ni cómo es eso. Por eso te digo que la poesía es un misterio. Porque nunca se sabe cómo se hace, mi amor. No se sabe. Y bienaventurados los que hemos nacido en la poesía, porque hemos nacido un misterio precioso.
–Estás escribiendo algo ahora, decías…
–Ahora estuve enfermita y bastante gravecita, te diría, por varios meses. Aunque ya puedo caminar, me puedo ir hasta el bar más cercano o lejano del pueblo, fumar un puchito y estoy bastante bien, tuve muchas cosas que hacer. Además de la salud y los médicos y toda esa porquería, con los libros que salieron me escribió mucha gente y sigo contestándole cosas a todos. Así que no he tenido tiempo de escribir un poema. Pero tengo una idea que me encantaría que se convirtiera en un poema. ¿Querés que te la cuente?
–Tiene que ver con unos pájaros que yo detestaba, porque se comen a otros pájaros y a las palomitas y todo. Los chimangos, que hay muchos por acá. Ahora están fumigando los campos y se juntan pájaros en el entorno de los pueblos. Incluido este, que a mí me resultaba particularmente antipático. ¿Y sabes qué pasó? Esto fue la semana pasada. De pronto cae de un árbol un polluelo hermoso. Grandote, podía volar, pero se cayó de una palmera y todos creímos que estaba muerto. Al rato se empezó a mover y fue un alivio, dijimos: «Ay, está vivo». Yo tengo dos perritos pequeños, que al verlo empezaron a ponerse nerviosos. Y de pronto estaba este pájaro temible, asustado de mis pequeños perritos. Dio unos pasos y se volvió a tirar como si estuviera muerto. Así que los encerré. Y el polluelo hizo otro paso y finalmente voló. Me dio una ternura infinita. Entendí que él era tan terrible como yo, como todos nosotros, que nos comemos a las vacas, los chanchos, las ovejas. Y lo empecé a querer. Quiero quiero escribir sobre él.
–No sé. Hay una poeta que yo adoro, que es Sonia Scarabelli, y ella ya escribió muchos poemas sobre chimangos. Así que no sé si me va a salir uno nuevo, a mí. Pasa que me dio tanta ternura esa fragilidad de algo tan temible. No sé, me dio un sentir como de madre.
–¿Qué hay de chimango en vos, qué sentiste esa empatía?
–Me di cuenta de que al final somos muy parecidos. Por más que adoremos a las tacuaritas y a los coriguirilles y a todos los seres que viven en la Tierra, los que no se comen otros bichos, no somos siempre así. También está el chimango, que es un desgraciado con un pico enorme que va a terminar comiéndose una palomita. Como nosotros. Yo sólo espero no verlo. Para seguir queriéndolo.
Diana Bellessi básico
- Nació en Zavalla, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1946. Estudió Filosofía en la Universidad Nacional del Litoral, y entre 1969-75 recorrió a pie el continente.
- Durante dos años coordinó talleres de escritura en las cárceles de Buenos Aires, experiencia encarnada en el libro Paloma de contrabando (1988).
Diana Bellessi, poeta. Foto: Daniel Rodriguez.- Entre sus principales publicaciones se encuentran Crucero ecuatorial (1981); Tributo del mudo (1982); El jardín (1993); Lo propio y lo ajeno (un libro de reflexiones, 1996); Sur (1998); La edad dorada (AH, 2003); Variaciones de la luz (2012); Zavalla con Z (memorias, 2012), Pasos de baile (AH, 2014) y Fuerte como la muerte es el amor (AH, 2018) .
- En 1993 recibió la beca Guggenheim; en 1996 la Beca Trayectoria en las Artes de la Fundación Antorchas; el Diploma al Mérito de la Fundación Konex (2004); en 2007, el premio Trayectoria en poesía del Fondo Nacional de las Artes; en 2010, el Premio Internacional de Poesía “Ciudad de Melilla”, España; y en 2011 el Premio Nacional de Poesía.
- En 2010 fue declarada ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. La curva del tiempo es su primer libro editado por el Fondo de Cultura Económica.
Tener lo que se tiene (Adriana Hidalgo), Las Gemelas, El sueño / The Twins, The Dream (Rara Avis) y La curva del tiempo (Fondo de Cultura Económica), de Diana Bellessi.
