Argentina news

Clarín – cuando las mascotas devuelven el golpe

Gatos, perros, pescaditos, loros, caballos, monos, hámsters y hasta hurones. Las mascotas se han convertido en algo trascendental para la vida actual: no casualmente hay personas que eligen relacionarse más con ellas que con otros humanos y acontecen fenómenos como el de los “perrihijos” o el furor por los videos de gatos en redes sociales. La reina del suspenso narrativo, Patricia Highsmith (1921-1995), lo intuyó hace años: en 1975 la norteamericana, autora de clásicos del género como Extraños en un tren y El talento de Mr. Ripley publicó Crímenes bestiales, pero en el reverso de las escenas de ternura y de armonía: los suyos son breves, perturbadores y macabros relatos de venganza y violencia, por lo general hacia humanos crueles, aunque no exentos de mostrar el universo complejo y sensible de los animales, ahora reeditados por Anagrama en la Biblioteca Patricia Highsmith.

Patricia Highsmith. Archivo Clarín.Patricia Highsmith. Archivo Clarín.

Entre los trece relatos salvajes hay una rata fugitiva en los pasadizos turísticos de Venecia, que burla las trampas de la calle, día a día adquiere más fuerza y aumenta su sabiduría en protegerse a sí misma, incluso a fuerza de golpes y amenazas.

“Pasaron más días y el tiempo se hizo más frío y más húmedo. Fueron días de dormir en algún lugar calentado por el sol, cuando era posible, cosa rara, aunque los orificios eran siempre más seguros, y fueron noches de merodear para alimentarse. Tanto durante el día como por la noche, siempre era necesario esquivar a los gatos y a los hombres armados con palos”, se lee en el cuento “La rata más valiente de Venecia”.

Un gatito aplastado en el camino

Luego surge la historia de “El día del ajuste de cuentas” contextualizada en una granja aviar, con el rumor de un gatito aplastado en el camino rural por un camión y unas aves que matan a picotazos a un hombre; y otro gato, Ming, al que le gusta tumbarse al sol en compañía de su ama Elaine, no le agradan las personas que ella a veces invita a su casa, personas que lo alejan de Elaine.

“Ming detestaba a la gente. Elaine era la única persona a quien quería. Elaine lo amaba y lo comprendía. Detestaba de manera muy principal a aquel hombre llamado Teddie. En los últimos tiempos, Teddie estaba siempre presente. A Ming no le gustaba la manera en que Teddie lo miraba cuando Elaine estaba distraída”, es un fragmento del cuento “La mayor presa de Ming”.

Patricia Highsmith en un tren entre Lugano y Zurich. Foto: Ulf Andersen / Aurimages. (Photo by Aurimages via AFP) Patricia Highsmith en un tren entre Lugano y Zurich. Foto: Ulf Andersen / Aurimages. (Photo by Aurimages via AFP)

En “Notas de una cucaracha respetable” una cucaracha, en primera persona, narra el momento en el que decide mudarse de un hotel y a la par reconstruye su vida a través de las generaciones precedentes: “Cuando recuerdo a algunas de las personas que se alojaban en el Hotel Duke, me enorgullezco de ser una cucaracha. Por lo menos gozo de buena salud y, a pequeña escala, elimino basura. Lo cual me lleva al punto que me proponía abordar. En el Hotel Duke solía haber basura en forma de migas de pan o de porciones de canapés cuando se daba una fiesta con champán. Pero, ahora, la clientela del Hotel Duke no come, o se droga o se emborracha. Conozco los buenos tiempos del Hotel Duke solo a través de los relatos de mis tataratataratatarabuelos y abuelas”.

En otro relato doméstico, Harry es el nombre de un hurón que se transforma en la “posesión más preciada” de Roland Lemoinnier, un muchacho de quince años. El hurón era negro, castaño claro y crema, y a Roland le parecía en parte una rata, en parte ardilla, y de carácter muy perverso. Se fascina por ese animalillo capaz de encoger su cuerpo como si fuera un acordeón, y luego capaz de meterse como un rayo en el hueco formado en la paja, que parecía ser tres veces más largo que él y mucho más estrecho. El hurón muerde, y el vendedor le sugiere que nunca lo deje solo en la casa. “Le gusta la sangre”, se despide, como un mensaje premonitorio.

Después, el foco de la compilación de cuentos se posa en un chivo llamado Billy. En “Paseo en chivo”, Highsmith presenta a un animal aburrido de visitantes que muchas veces incluso se burlan de él, hasta que sus arremetidas empiezan a ser cada vez más desconcertantes. En una frase, se intuye su cambio de comportamiento: “Ciego de rabia, Billy atacó el invernadero, sin que tuviera razón alguna para hacerlo, como no fuera que sus embestidas producían un sonido altamente satisfactorio a sus oídos”.

Son mayormente animales que conviven cotidianamente con la vida humana y de un momento a otro se rebelan, esas mismas personas que hoy muchas veces los “humanizan” desconociendo sus lados salvajes. Una suerte de apego que, para ciertos especialistas se convirtió en una marca de época de los últimos tiempos ante la proliferación de almas solitarias, la dificultad del amor de pareja, la baja de la natalidad en el mundo y las transformaciones de las relaciones afectivas y familiares.

En ese sentido, el de Highsmith dialogo con libros como Mundo animal, de Antonio Di Benedetto, con una mirada aguda y ocurrente sobre lo indomesticable, minucias, encuentros, tensiones y fronteras entre lo animal y lo humano. “Djemal fue tras de él, y con sus dientes atrapó a Mahmet por la chilaba y por parte de su espinazo. Mahmet cayó al suelo, y Djemal le pateó y le pateó, en la cabeza”, se lee en “La venganza de Djemal”, cuando una multitud presencia la pelea entre un camello y su amo, despreciado por la comunidad por sus conductas, tanto que la venganza cobra un tinte social.

Prosa afilada y con humor

Con la prosa afilada y no desprovista de humor de Highsmith, la reedición de Crímenes bestiales se suma a la publicación de otros textos recientes de la autora como Diarios y cuadernos (1941-1995), un testimonio de 1200 páginas de sus textos privados concentrados en 18 diarios y 38 cuadernos que recorren todo su vida entre la escritura, sus obsesiones, sus amores y sus trabajos.

Patricia Highsmith a cara de perra. Archivo Clarín.Patricia Highsmith a cara de perra. Archivo Clarín.

Crímenes bestiales no deja de ocupar un lugar entre sus historias inquietantes e inesperadas, teñidas de injusticias, ambigüedades morales y venganzas. Aquí, una pléyade animal variopinta compuesta de perros a cabras, de elefantes a cerdos, entre otros, quiebra algún tipo de sometimiento y devuelve el golpe a sus maltratadores, haciendo que los lectores empaticen más con ellos que con los humanos.

En sus diarios y cuadernos, la joven Patricia Highsmith reconstruye un diálogo con su madre, que al leer sus textos le pregunta: “¿Crees que escribirás siempre sobre situaciones tan extrañas?”. Ella cuenta en su diario: “Le aseguré que sí, que viene siendo el camino que sigo desde hace años”. Crímenes bestiales parece no ser la excepción a la regla.

Crímenes bestiales, de Patricia Highsmith (Anagrama).



Publicado en el diario Clarín

(Visitado 1 veces, 1 visitas hoy)